No
cabe la menor duda que, la necesidad del ser humano de tocar y ser tocado, es
decir, la necesidad del contacto físico, está patente en el legado histórico de
las culturas de muchos pueblos, desde tiempos inmemorables.
Desde
este prisma, es imposible adjudicar la ‘invención’ del masaje o sus métodos a
una cultura concreta, aunque si es cierto que, muchas de ellas, nos llegan de
oriente, principalmente desde la India y China, donde ya en el año 1.650 a.JC., existían
documentadas prácticas y métodos de masaje.
Casi
todas las culturas del mundo han desarrollado o adoptado técnicas de masaje en
algún momento de su historia. Aunque las técnicas pueden variar bastante, y el
alcance de las teorías difiere considerablemente, la finalidad del tratamiento
de masaje sigue siendo siempre la misma: aumentar en el cuerpo la circulación
de fluidos y energía, y mejorar la salud.
Pero no solo en estos lejanos horizontes
podíamos encontrar vestigios de prácticas de masaje, pues también en la antigua
Grecia, y en el no menos fascinante Egipto, hubieron indicios de ello. La
influencia de Egipto fue capital para la divulgación del masaje en otros
países. La utilización de baños, de los aceites y fricciones por egipcios fue
ampliamente imitada por griegos y romanos.
Esa
necesidad de tocar y ser tocado, ya existe en el recién nacido, que busca el
contacto y abrazo de la madre, como lazo invisible que la une a ella. Esos
lazos, poco a poco se van deteriorando a medida que el niño se va haciendo
mayor, y la sociedad le va inculcando que ciertos hábitos no son buenos. Aun
así, en nuestro interior, guardamos esa necesidad, que con el tiempo, y debido
precisamente a su carencia, se va incrementando. Eso nos lleva a una sociedad,
pretendidamente civilizada, en el que el contacto físico entre semejantes, está
relegado estrictamente al ámbito familiar o de relación de pareja.
Con
ello hemos perdido a lo largo de los tiempos, cierta preciosa herramienta que
nos permitía ser más humanos, adoptando roles sociales que excluían en gran
medida ciertas prácticas de acercamiento físico, como los abrazos, las
caricias, el darse la mano, etc. Las distintas confesiones religiosas, sobretodo
las judeocristianas, abogaron casi por la aberración de estas prácticas,
consideradas y etiquetadas como pecaminosas. Esta separación de
alma-cuerpo-espíritu, nos condujo a considerar cualquier culto al cuerpo, como
algo que era pecado, según las creencias. Esto distanció muchísimo nuestra
sociedad occidental de las culturas orientales, donde
estas prácticas no solo seguían
realizándose, sino que eran recomendadas abiertamente, como excelentes métodos
para curar enfermedades, tanto del cuerpo como del alma.
Entendemos
pues que, el masaje, el arte de tocar con conciencia, no solo es beneficioso y
terapéutico, sino que es absolutamente necesario.
DEFINICIÓN DEL TERMINO - “PSICO-SENSITIVO”
Cuando
hablamos del masaje Psico-sensitivo, estamos utilizando dos palabras que
indican claramente la intención de dicho trabajo, es decir, la palabra Psico
- que hace referencia a la mente, a la comprensión y la conciencia - , y
la palabra sensitivo (de sensibilidad), que hace referencia no tanto al
efecto que se busca, sino más bien a la intención que se pone en ello,
es decir, a la estimulación se los sentidos.
De
ahí que, en un aspecto muy importante de la terapia, se trabaje con técnicas de
la psicología aplicada (mente) y con técnicas de manipulación manual sobre el
cuerpo físico (sentidos).
En
esta terapia, se hace especial énfasis en la utilización de nuestros sentidos y
de nuestra mente (por parte del terapeuta y del receptor) para producir
determinados efectos a nivel psico-somático sobre el receptor. De ahí la
importancia de la profunda comunicación entre ambas personas, pues se establece
un diálogo, a veces silencioso, que no necesita de palabras, aunque
estas nos puedan servir en determinado momento o etapa del tratamiento.
Así
pues, se busca establecer un estrecho vínculo entre la mente y el cuerpo físico
del receptor, sirviendo de vehículo nuestra conciencia, y que, al final, o
durante el proceso, se manifiesta a través de las emociones.
Cuando
hablamos del MPS (masaje psico-sensitivo), estamos haciendo referencia a la
conexión estrecha que existe - y que muchas veces se ha perdido - entre el
cuerpo, la mente y el espíritu, y el trabajo que se hace para reestablecer
dicha conexión. Y esta conexión no se puede establecer si no trabajamos desde
la fuerza de nuestro corazón (sentimientos), y la guía de nuestra mente
(emociones).